MACRAUQUENIAS

Macrauchenia significa “llama grande” porque en un principio se creyó que se trataba de una llama o guanaco grande, pero más tarde se encontró todo un esqueleto que aún se conserva en el Museo de La Plata , allí se observó que no era comparable a ningún animal viviente.

Los primeros restos fósiles de este animal fueron hallados por Darwin en las costas patagónicas, en Puerto San Julián. Eran partes sueltas del esqueleto, vértebras, extremidades, pero no halló el cráneo.

Esos restos fueron estudiados por Owen, quien bautizó  a la especie como Macrauchenia patachonica, puesto que la forma alargada de las vértebras cervicales le recordaba a los camélidos aunque sus extremidades eran muy distintas y hacían pensar en algún ungulado singular, distintos a los que hasta entonces se conocían.

Sus patas son robustas y terminan en tres dedos. El cráneo es estrecho y muy largo, posee las aberturas de la nariz en la parte superior  y a los lados unas cavidades muy extensas como falsas narices, que posiblemente hayan funcionado como bolsas de aire. Se cree que por esta extraña conformación del cráneo haya poseído una trompa corta, quizá parecida a la del tapir.

 

El género Macrauchenia es uno de los últimos representantes del grupo de los litopternos, ungulados propios de América del Sur. Es el que alcanzó gran tamaño, llegaba a pesar alrededor de una tonelada. Fue un integrante más del elenco de la megafauna que se destacó en el Pleistoceno Tardío y desapareció completamente a fines de esa época o a principios del Holoceno.

Es posible que haya evolucionado del Thesodon una forma parecida pero más pequeña que vivió durante el Mioceno.

Debido a la conformación de sus extremidades, algunos investigadores sugieren que estaría adaptada a ambientes húmedos o pantanosos y que llevaría una vida semiacuática, también su trompa podría ser una adaptación para este tipo de ambientes. Pero sin embargo se han hallado sus restos en zonas cuyos sedimentos y fauna asociada denota que sería áridas o semiáridas. También es probable que sus patas con tres cascos  separados sirvieran muy bien para desplazarse en terrenos medanosos y en vez de trompa sus fosas nasales podrían estar rodeadas sencillamente por una especie de labios que se podrían cerrar para impedir la entrada de polvo. Lo que si se infiere que con esa constitución no estaba adaptada a la carrera.

 

Extremidades delanteras.

 

 

Fósiles de Macrauchenia en el Museo Histórico de Junín, provincia de Buenos Aires.

 

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