PEREZOSOS GIGANTES
Milodontes Los primeros restos de este animal
fueron hallados por Darwin en el famoso viaje que realizara a bordo del
Beagle, durante el mismo recorrió parte de la Patagonia y las llanuras bonaerenses,
en ellas, precisamente al sur, cerca de Bahía Blanca, halló los restos de este
mamífero que luego sería bautizado por Richard Owen como Mylodon darwini en su
honor.
Milodonte
tenía una longitud que superaba los 3 metros. Su altura en la cruz era superior
a 1,50 metros. Su cráneo es característico por la forma de los premaxilares,
convexos y proyectados hacia adelante, uniéndose en sus extremos a los nasales
(también convexos) a través de un arco óseo verticalmente dispuesto.
Su
dentición consta de ocho dientes superiores y ocho inferiores, elípticos a
subtriangulares; la parte anterior del rostro y de la mandíbula no posee
dientes.
Su piel era muy gruesa y
embebidos en su cuero se encontraban numerosos huesecillos (osteodermos) que
robustecían el papel protector de éste . En el extremo sur de América del Sur,
en la provincia de Magallanes, Chile, fueron hallados dentro de una cueva,
fragmentos de "cuero" así como gran cantidad de deshechos fecales,
huesos con tejido muscular adherido y abundante pelo, todos ellos atribuidos a
la especie Mylodon listai (Ameghino, 1889)[1].
Este material, es un caso de preservación por momificación poco frecuente. Esos
restos han sido objeto de varios estudios, entre otros el de datación absoluta
por el método
de radiocarbono. Este método permitió determinar que los restos pertenecieron a
un ejemplar que murió aproximadamente unos 10.000 años radiocarbono. antes del
presente[2].
En 1895, el
militar alemán Hermann Eberhardt halló en una gran caverna ubicada cerca del
Seno Última Esperanza, en el sur de Chile, el cuero del milodonte Mylodon
listai. Las condiciones climáticas reinantes en la zona de la cueva del Milodon
permitieron la momificación de otros restos de mamíferos extinguidos, como
de Hippidion saldiasi, un pequeño caballo patagónico. Las dataciones
realizadas en el Laboratorio de Tritio y Radiocarbono del Museo de La Plata,
empleando el método del carbono 14, asignaron al cuero fósil una edad de unos
11 mil años. Pero en la época del hallazgo no existía esa tecnología y los
restos estaban tan bien conservados que aparentaban poca antigüedad, que no
pocos creyeron que la especie a la que pertenecían aún vivía en las estepas
patagónicas. Entre ellos Florentino Ameghino, que cuando observó los pequeños
restos de piel enviados por su hermano, se entusiasmó y se apuró en considerar
la posible existencia de tal animal en la actualidad. Hasta fundó una nueva
especie y todo. Muchos salieron al encuentro del gran perezoso, pero todo fue
en vano, el animal al que correspondían esos restos, hacía miles de años que
había dejado de caminar por la Patagonia.
A
continuación unos párrafos que reflejan las discusiones de la época.
El Neomylodon Listai
Un sobreviviente actual de los megaterios de la Antigua Pampa
Los pocos viajeros que han
cruzado las regiones patagónicas y han estado en contacto e intimidad con los
hospitalarios tehuelches, han tenido oportunidad de oírles hablar de un
cuadrúpedo misterioso y corpulento, de terrible aspecto e invulnerable, en cuyo
cuerpo dicen no penetran ni los proyectiles de las ramas de fuego. Llámanle
Iemisch o "tigre del agua" y su solo nombre les causa espanto; cuando
se les interroga pidiéndoles detalles, pónense serios y cabizbajos, enmudecen o
eluden contestar.
Ultimamente, mi hermano
Carlos Ameghino, quien desde hace doce años recorre las tierras patagónicas reuniendo
colecciones y practicando investigaciones geológicas, consiguió descorrer una
pequeña punta del denso velo que hasta ahora encubre la existencia de ese
misterioso ser.
A mediados del año pasado,
desde Santa Cruz, envíabame algunos restos acompañados de las siguientes
líneas: "He conseguido por fin de los indios tehuelches, algunos datos
precisos sobre el famoso iemisch, que no es un mito o un fantasma como hemos
creído sino que existe de verdad. En poder de un indio he visto un trozo de cuero
de iemisch en el que están embutidos los pequeños huesecillos que te envío,
parecidos a los que en estado fósil encontramos en los esqueletos de
milodontes, y Hompen, otro indio tehuelche, me ha referido cómo, yendo del
Senguer a Santa Cruz, encontróse en el camino con un iemisch que le cerraba el
paso, con el cual trabó combate consiguiendo darle muerte a bolazos. Según
ellos, es anfibio y camina en tierra con la misma facilidad que nada en el
agua. Encuéntrase hoy confinado en el centro de la Patagonia, en cuevas y
abrigos sobre las riberas de los lagos Colhue, Fontana, Buenos Aires, de los
Ríos Senguer, Aysen y Huemules, etc., pero según tradiciones extendíase en
otros tiempos por el Norte hasta Río Negro, y por el Sur, según recuerdos de
los indios viejos, vivía en todos los lagos de la falda oriental de los Andes
hasta el mismo estrecho de Magallanes. Hace cosa de medio siglo, un iemisch que
de los lagos andinos bajaba el Río Santa Cruz, ganó tierra sobre la ribera
norte de este río cerca de la isla Pavón; aterrorizados los indios huyeron al
interior, quedando desde entonces como recuerdo de tan inesperada aparición, el
nombre que aún hoy lleva la localidad abandonada, "Iemisch-Aiken"
(lugar o paradero del Iemisch). Es de hábitos nocturnos, y dicen es tan fuerte
que se prende con sus garras de los caballos y los arrastra al fondo de las
aguas. Según la descripción que de él me han hecho, es de cabeza corta, con
grandes colmillos y orejas sin pabellón o con pabellón rudimentario: pies
cortos y aplastados (plantígrados) con tres dedos en los anteriores y cuatro en
los posteriores, unidos por membrana natatoria a la vez que armados de
formidables garras. La cola es larga, deprimida y prehensil. El cuerpo está
cubierto con pelo corto, duro y rígido, de color bayo uniforme. La talla dicen
ser mayor que la de un puma, pero de piernas más cortas y mucho más grueso de
cuerpo".
Omitiendo detalles que no
son de este lugar, bástenos decir que el examen que de tales restos hicimos,
resultó que debían pertenecer a un megatérido cercano del extinguido género
Mylodon, y le dimos el nombre científico de Neomylodon Listai .
Los huesecillos en forma de
granos de café, garbanzos y judías que se encuentran con los esqueletos de
milodonte fósil, en el milodonte vivo (Neomylodon) están embutidos en la parte
más profunda del cuero, dando a la superficie interna de este el aspecto del
empedrado de una calle.(...)
Casi desapercibida entre
nosotros, la noticia de la existencia de un megatérido vivo en Patagonia,
produjo sensación en los centros científicos del viejo mundo y de los Estados
Unidos de Norte América, de Suecia, Inglaterra, Alemania, etc., salieron
expediciones a Patagonia, con el propósito de dar caza a la bestia fantasma y
conseguirla viva o muerta. Ahora, hasta en los mismos desiertos patagónicos
todos hablan de la fiera con lujo de detalles; muchos afirman haberla visto,
unos le han hecho fuego inútilmente, otros dicen apenas tuvieron tiempo de
escapar a sus bestiales furores, y fuera cuestión de no concluir si mencionar
quisiéramos las numerosas versiones que corren absolutamente reñidas con el
sentido común. Vale más moderar la impaciencia en espera de un ejemplar, muerto
o vivo, que como trofeo ha de traer alguna de las expediciones que en pos de
sus huellas cruzan actualmente la Patagonia, y solo entonces nos será posible
entresacar la parte de verdad que indudablemente diluida existe en tanto
absurdo como de boca en boca corre. (...)
Van para tres años que un
naturalista, profesor en la célebre universidad de Upsala y que lleva un
apellido ilustre en los fastos de la ciencia, el doctor Otto Nordenskjöld,
visitaba al frente de una expedición científica, las tierras australes de
nuestra patria. Los primeros días del mes de abril de 1896, encontráronlo
explorando los alrededores del estero Ultima Esperanza, y ocupado en su tarea
diéronle noticia de una pequeña gruta conocida con el nombre de "Cueva
Eberhardt"; fue a ella y penetró en su interior recogiendo todo lo que en
su recinto había entre otras cosas, partes de cuero de un cuadrúpedo
desconocido. Tales restos, llevados a Suecia, no sabíase a que atribuirlos,
hasta que la publicación de nuestra primera noticia sobre el misterioso
mamífero de Patagonia les permitió reconocer en el acto que se trataba del
mismo animal. Esos restos acaban de ser magistralmente descriptos por el doctor
Einar Lönnberg, quien ha probado de la manera mas evidente que pertenecen a un
representante de la familia de los megaterios cercano del género Mylodon.
Los trozos coleccionados por
Nordenskjöld en el extremo austral de Patagonia formaban parte de un gran cuero
de un largo aproximadamente de dos metros, en estado fresco y con pelo
perfectamente conservado; el doctor Lönnberg ha reconocido que ese cuero fue
desollado por el hombre y llevado a la cueva en donde estaba acompañado de
huesos astillados de un guanaco comido por el hombre, de algunos instrumentos
de piedra y de un esqueleto humano: este último es evidentemente el esqueleto
de uno de los antiguos patagones de que habla Lozano, que abrigado con su manta
de cuero de Neomylodon buscó un refugio en la cueva y encontró en ella la
muerte!
Florentino Ameghino[3]
Reseña de los
Hallazgos en las Cavernas de Última Esperanza (Patagonia Austral)
Rodolfo Hauthal (Encargado de la Sección geológica del Museo de La Plata) 1899
Hace más o menos un año que
algunos diarios y periódicos[4] publicaron noticias referentes a la
existencia de un cuadrúpedo misterioso, desconocido hasta ahora, que aun vivía en
la Patagonia. Todas estas conjeturas se fundan en los hechos siguientes: En el
mes de Enero de 1895, los señores capitán Eberhard, estanciero de Shemenaiken,
cerca de Gallegos; Greenshild estanciero, de Camarones (Chubut) ; von Heinz,
que ejerce el mismo oficio en el Río Turbio superior; comandante José A. Martín
; ingeniero Luis A. Alvarez y algunos otros caballeros, haciendo una excursión
por los alrededores de Puerto Consuelo, en el seno de Ultima Esperanza,
encontraron Una caverna grande a unos seis kilómetros al nordeste del `
mencionado puerto. En una pequeña loma, situada en la parte anterior de esa
caverna, hallaron un pedazo de cuero que llamó mucho la atención de dichos
señores. Su largo era de 1 m. 50 por 70 u 80 cm. Le faltaba la cabeza y las extremidades;
al parecer cortadas artificialmente. Su espesor era de 10 a 15 mm.; estaba
cubierto de pelos rubios, gruesos, de 3 a 5 cm. de largo, y en su interior
tenía incrustados muchos huesitos del tamaño y forma mas o menos de un poroto.
En el mes de Noviembre de 1897. el doctor F. P. Moreno director del Museo de La
Plata; el doctor Rocowitza, zoólogo de la expedición de la Bélgica"; el
ingeniero señor Luis A. Alvarez y el que esto escribe, visitamos esa región y
pudimos ver todavía, en la estancia del señor Eberhard, un pedazo de ese famoso
cuero que el doctor Moreno trajo a La Plata, llevándolo después a Londres y
sobre el cuál dio una conferencia en colaboración del señor A. Smith-Woodward,
en la Sociedad Zoológica. En el mes de Abril de 1899, regresando de una
exploración de la Cordillera, al poniente del Lago Argentino, con el objeto de
hacer estudios puramente geológico, me encontré en Puerto Consuelo con los
señores doctores E. Nordenskjold y Borge de Estocolmo. El primero de estos
señores había efectuado excavaciones en la cueva mencionada, con buen
resultado. Me mostró muchas mandíbulas, dientes, uñas, huesos, etc., etc.,
encontrados en una capa de estiércol que cubre parte del suelo de la caverna
encontró también algunos pedacitos de conchas, una lesna y algunos residuos de
piedra pez que usaban los indios para fabricar sus flechas ; hecho de gran
importancia, porque prueba que el hombre vivió allí en la misma época en que
existían los animales, cuyos restos se encuentran en aquella capa de estiércol.
El conocimiento de estos hallazgos me determinó a no
volver directamente a Gallegos (como eran mis instrucciones) para dedicar
algunos días a excavaciones en la caverna.
El lunes 24 de Abril por la tarde, comencé el trabajo con cuatro peones y lo termine
el sábado 29 de Abril, abandonan-do enseguida la caver-na. Debo advertir aquí
que mis trabajos se limitaron a ligeras excavaciones por care-cer de tiempo, de
útiles y del numero suficiente de peones para hacer una exploración
siste-mática de toda la caverna.(...)
Como se verá en el informe del señor Roth, el mamífero
misterioso, cuyos restos predomi-nan en la caverna grande y al cual pertenece
el famoso cuero, no era Mylodon ni Neomylodon, sino un Grypotherium
(Glossotherium de Ameghino); animal que los hombres, que vivieron allí en
los tiempos prehistóricos, tenían en el estado doméstico, por lo que el señor
Roth le ha dado el nombre de Grypotherium domesticum.[5]
Descripción de los restos encontrados en la
caverna de Ultima Esperanza por Santiago Roth (Encargado
de la Sección Paleontológica del Museo de La Plata)
Pocos hallazgos paleozoológicos han
despertado tanta curiosidad en el mundo científico y laico, como estos de lo
caverna de Última Esperanza, en la Patagonia Austral. Lo que nos induce ó
publicar estas noticias con preferencia á otros trabajos urgentes, es el hecho
de haberse apoderado de este asunto la prensa diaria y de creerse todo el mundo
autorizado por a publicar su opinión. Casi no pasa un día, sin que se publique,
en los diarios de Buenos Aires, algún artículo referente al «animal
misterioso». Días pasados, por ejemplo, un diario de lo capital federal decía
que lord Cavendish había seguido la pista de este terrible cuadrúpedo durante
algún tiempo; y, «Lo Prensa» del 28 de Junio de 1899, dice que no ha logrado su
objeto de cazar un ejemplar, pero que ha encontrado rastros frescos de aquél.
(...)
Siempre
sucede así: cuanto menos datos positivos se tienen, tanto más se desarrolla la
fantasía, y cuanto más misterios, se presenta el asunto, mayor interés general
despierto. Así, cuando Ameghino abrió el camino a la fantasía con su articulo:
«Premiere notice sur le Neomylodon Listai, un représentant vivant des
anciens Edentés Gravigrades fossiles de l’Argentins, La Plata, Aout 1898», toda
lo prensa, científica y no científico, se apoderó de la materia publicando noticias con
comentarios; pero nadie ha notado que F. Ameghino, para establecer, el nuevo
género de Gravigrados Neomylodon, sólo tenía en su poder, como él mismo
lo confiesa, algunos huesecillos un poco mayores que un grano de café,
provenientes de un cuero; y que todo lo demás que decía, era basado en
referencias de otros. A pesar de no haber obtenido nuevos materiales, él ha
publicado, desde hace casi un año, otros artículos. En su último trabajo,
publicado en «La Pirámide», de Junio 15 de 1896, titulado «Un sobreviviente
actual de los Megaterios de la antigua Pampa», describe
detenidamente un animal
fantástico, completando las relaciones respecto de los huesecillos. Después de
haber dicho en su primera noticia (Noviembre, de 1898'), refiriéndose á éstos:
«hace poco que me han traído de la Patagonia Austral algunos huesecillos chicos
y me han. preguntado á qué animal podían pertenecer», (...)
Heces
Tengo muchos motivos para creer que los
huesecillos que Ameghino menciona, en la primera noticia, provengan de un cuero
que fue traído á nuestro Museo, en el mes de Julio de 1898, y que era el resto
de cuero que el señor Nordenskjold llevó á Europa en 1897, cual, otras personas
también han sacado pedazos. En tal caso no se trataría de un nuevo animal, y el
nombre Neomylodon sería un sinónimo. Si, por el contrarío, su primera noticia
baso en un trozo de cuero que proviene de un Iemisch q está en poder de un
indio, entonces habría lugar á dudar que se tratara de un animal todavía
desconocido. Entre los desdentados no se conoce, hasta ahora, otro g nero que
tengo dientes en forma de colmillos, más que el todo»; pero éste no estaba
cubierto por un cuero-coraza huesecillos; en todo caso, el señor Ameghino tiene
que consolidar mejor su nuevo género Neomylodon..
Moreno, opinaba que
correspondía ó uno especie de desdentados parecido al Mylodon; yo me he
inclinado á creer que más bien se trataba de alguno clase de mamíferos marinos desconocido,
de los mares australes; otro empleado del establecimiento manifestó que no
sería imposible que se tratara de un fenómeno patológico. Pero en lo que
estuvimos todos de acuerdo, fue en que esos restos eran insuficientes para
determinar algo positivo sobre la especie ó que pertenecía el animal.
Todos estos huesos tienen un
aspecto muy fresco, y, en muchos, se encuentran todavía ligamentos y fibras
carnosas adheridos. Exceptuando dos tibias, todos los demás huesos están
fracturados y muchos presentan vestigios de golpes. Tanto sobre éstos, como
sobre los instrumentos, informará el doctor Lehmann-Nitsche. Los trozos de
cuero pertenecen á diversos animales y no presentan los caracteres del cuero
crudo y seco; todos tienen el aspecto del cuero curtido, ó mejor dicho, sobado.
No poseen dureza córnea, ni la lustrosidad interno del cuero crudo, sino
que es fibroso y presento, tanto en color como en los demás caracteres, mucho
semejanza con el Mamuth que se encuentran en Siberia y que he tenido ocasión de
examinar.
Muchos trozos conservan
pelos, generalmente descoloridos, de color boya claro, yo provengan de uno ú
otro clase de mamíferos. Se ha recogido, además, mucho pelo sin cuero y del
mismo color; pero también se han encontrado algunos mechones que conservan su
color primitivo. Más ó menos, en análogas condiciones, se encuentran los uñas y
vasos hallados en eso gruta.
La mayor parte de los restos traídos por el
señor Hauthal pertenecen a una especie del género Grypotherium. [6]
Grypotherium domesticum fue el nombre que colocó el Dr. Hauthal en lugar de Neomylodon listai
que le había dado antes Ameghino. Este geólogo, evidentemente con poco
conocimiento de la estratigrafía, consideró que la zona donde estaban los
restos del milodonte se trataba de un corral y que los indios lo habían
domesticado, rescató toda la capa de heces y hojas de más de 1 metro de
profundidad y mezcló las evidencias. Otro explorador, el sueco Erland
Nordenskjöld, respetó un poco más la estratigrafía y observó que los huesos de
milodonte estaban en el fondo, y en la capa superior había trazas de
asentamiento humano, por encima de los restos de otros animales extinguidos. De
todas maneras no se pudo hacer un seguimiento sistemático porque luego u
buscador de oro alemán dinamitó la cueva y sacó todos los pedazos de piel y
huesos, algunos metros de piel, huesos y garras fueron tomados por un inglés,
Charley, y los vendió al Museo Británico, donde aún hoy se conservan.
El nombre Gripoterio quedó en desuso al saberse que el
animal era una especie de milodonte similar a la hallada por
Lámina de la Revista del Museo de La Plata
mostrando trozo de cuero y bosta del Milodonte. Publicada en 1899
Darwin en su viaje por la
provincia de Buenos Aires.
El cuero que se encuentra en exhibición en el museo de
Ciencias Naturales de La Plata, fue el que rescató Francisco P. Moreno en
noviembre de 1897. Lo tenía Eberhard colgando de un árbol, Moreno se lo pidió y
así lo envió embalado junto a otros fósiles al Museo. Cuando regresó a La Plata
fue con el cuero a Londres, allí conmocionó al ambiente científico, y aunque él
afirmara que se trataba de un animal extinguido, la duda quedó latente, puesto
que Inglaterra envió una expedición en su búsqueda, la que por supuesto no
encontró nada. El cuero luego se repartió entre los museos, en el Museo
Bernardino Rivadavia de Buenos Aires también hay un trozo y en él se pueden
apreciar claramente los osteodermos.
[1] Ver más adelante: “La búsqueda del Gripoterio”.
[2] Resumen extraído de Mamíferos Extintos de La Provincia de Buenos Aires, Eduardo P. Tonni, CIC 1995.
[3] Publicado en La Pirámide del 15 de Junio de 1899, tomo I, páginas 51 y siguientes, La Plata, 1899
[4] AMEGHINO: Premiere notice sur le Neomylodon Listaz, un representant vivant des anciens Edentes Gravigrades fossiles de l'Argentine. La Plata, 1808. Vease Natural Science", 1898, nº 80, p. 288; nº 81, p. 324.-Nature__ 1898, vol 58 p. 547. - Naturwissensch. Rundschau, XIII, 1898, nº 52, etc.
[5] Revista del Museo de La Plata. 1899. Tomo IX páginas 409 y siguientes.
[6] Revista del Museo de La Plata 1899.